ASÍ COMO TU JARRÓN
¿Alguna vez has tenido un
jarrón favorito, o algún adorno especial, al cual cuidas y proteges en
extremo porque es un recuerdo de tu
tátara o bisabuela, o de tu mamá, o de
una amiga muy especial, o porque te costó mucho dinero, o te lo trajeron de
España o Francia o de USA o de Villa de Leiva o de no sé, cualquier
parte. Pero aprecias mucho ese jarrón por alguna razón en especial y le
dices “¿Dónde te pongo que no te caigas?”
Verdad?
Pero un buen día, llegan a
tu casa visitas y traen consigo, un niño tremendamente travieso, hiperactivo,
como solemos decir, y brincando de un
lado a otro, ¡SAZ! Tropieza la mesita que compraste especialmente para poner
allí tu preciado jarrón; el jarrón cae al piso hecho añicos y, bueno tú para no
molestar a tus visitas, finges que no ha pasado nada, regañan al niño, lo castigan
por un momento, pero nadie habla de reparar el daño. Tú recoges los pedazos de
loza o cristal y los guardas cuidando que no falte un solo pedacito. Cuando la
visita se va, inmediatamente corres a donde guardaste tu jarrón hecho pedazos,
buscas y si no tienes, compras la mejor goma instantánea y, procedes a
restaurar tu jarrón, pedazo a pedazo con el mayor de los cuidados y mucha
delicadeza y dedicación. Cuando terminas, lo vuelves a poner en su mesita (Y
hasta le cambias el tapete), para que siga siendo útil.
Arreglaste tu jarrón, lo
restauraste, lo recuperaste. Eso mismo es lo que hace nuestro Señor
Jesucristo con nosotros. En la vida,
tropezamos, caemos, nos cansamos, somos heridos, calumniados, rechazados, nos
mienten, nos traicionan, etc. También sufrimos por nuestras mismas acciones,
nuestra terquedad, las malas decisiones que tomamos o nuestras reacciones.
Esto, puede, finalmente acarrear problemas serios a nuestras vidas y un día nos
damos cuenta que estamos en un callejón sin salida, o peor aún en el “lodo
cenagoso” como dijo el salmista. (Salmo 40:2). Es en ese
momento cuando recuerdas que hay un Dios que todo lo puede, del cual recuerdas
haber escuchado que “Es amor”. Entonces, miras al cielo, levantas tus manos y
clamas. Él te escucha, ve en el estado en que te encuentras, y siente compasión
por ti. Entonces extiende su mano, te levanta y, como al jarrón, te restaura,
pedazo a pedazo, con todo el amor y la dedicación, como solo Él puede hacerlo.
Como tú, a tú jarrón. Pero además te
perdona.
Para hablar de
restauración, necesariamente tenemos que hablar de perdón, de olvido, de “Pasar
por alto” de “No dar importancia a muchas cosas, pero principalmente y ante
todas las cosas tenemos que hablar de perdonar. Perdonarnos a nosotros mismos o
perdonar a otros. Para restaurar nuestras vidas o para que Dios las restaure.
Pero también para restaurar nuestra relación con las demás personas, llámese
amigos, vecinos, compañeros o familia. ¿Qué dice la Biblia acerca del perdón?
En el libro de Génesis
capítulo 27, se narra la historia de la
bendición a Jacob por parte de su padre Isaac, lo cual desata la ira de Esaú,
quien era el primogénito, pero luego que Esaú descubre el engaño de su hermano
a su padre, motivo por el cual recibe la bendición de primogenitura se expresa
de ésta manera “41 Y aborreció Esaú a Jacob por la
bendición con que su padre le había bendecido, y dijo en su corazón: Llegarán
los días del luto de mi padre, y yo mataré a mi hermano Jacob.
42 Y fueron dichas a Rebeca las palabras de Esaú su hijo
mayor; y ella envió y llamó a Jacob su hijo menor, y le dijo: He aquí, Esaú tu
hermano se consuela acerca de ti con la idea de matarte.
43 Ahora pues, hijo mío, obedece a mi voz; levántate y huye
a casa de Labán mi hermano en Harán,
44 y mora con él algunos días, hasta que el enojo de tu
hermano se mitigue;
45 hasta que se aplaque la ira de tu hermano contra ti, y
olvide lo que le has hecho; yo enviaré entonces, y te traeré de allá. ¿Por qué seré
privada de vosotros ambos en un día? En ese momento Esaú odió a su hermano.
Pero luego en el capítulo 33 Vemos la reconciliación y el perdón de éstos dos
hermanos:
1 Alzando Jacob sus ojos,
miró, y he aquí venía Esaú, y los cuatrocientos hombres con él; entonces
repartió él los niños entre Lea y Raquel y las dos siervas.
2 Y puso las siervas y sus niños delante, luego a Lea y
sus niños, y a Raquel y a José los últimos.
3 Y él pasó delante de ellos y se inclinó a tierra siete
veces, hasta que llegó a su hermano.
4 Pero Esaú corrió a su encuentro y le abrazó, y se echó
sobre su cuello, y le besó; y lloraron.
5 Y alzó sus ojos y vio a las mujeres y los niños, y
dijo: ¿Quiénes son éstos? Y él respondió: Son los niños que Dios ha dado a tu
siervo.
6 Luego vinieron las siervas, ellas y sus niños, y se
inclinaron.
7 Y vino Lea con sus niños, y se inclinaron; y después
llegó José y Raquel, y también se inclinaron.
8 Y Esaú dijo: ¿Qué te propones con todos estos grupos
que he encontrado? Y Jacob respondió: El hallar gracia en los ojos de mi señor.
9 Y dijo Esaú: Suficiente tengo yo, hermano mío; sea
para ti lo que es tuyo.
10 Y dijo Jacob: No, yo te ruego; si he hallado ahora
gracia en tus ojos, acepta mi presente, porque he visto tu rostro, como si
hubiera visto el rostro de Dios, pues que con tanto favor me has recibido.
11 Acepta, te ruego, mi presente que te he traído, porque
Dios me ha hecho merced, y todo lo que hay aquí es mío. E insistió con él, y
Esaú lo tomó. Ésta historia es un ejemplo de restauración de la relación que se
había deteriorado entre dos hermanos, Vemos como finalmente Esaú no solo olvidó
las amenazas de muerte que había lanzado contra su hermano, sino también lo que
su hermano le había hecho. En Génesis capítulo 50 , también encontramos la restauración
por medio del perdón, de la relación entre José y sus hermanos: 15 “Viendo
los hermanos de José que su padre era muerto, dijeron: Quizá nos aborrecerá
José, y nos dará el pago de todo el mal que le hicimos.
16 Y enviaron a decir a José: Tu padre mandó antes de su
muerte, diciendo:
17 Así diréis a José: Te ruego que perdones ahora la
maldad de tus hermanos y su pecado, porque mal te trataron; por tanto, ahora te
rogamos que perdones la maldad de los siervos del Dios de tu padre. Y José
lloró mientras hablaban.
18 Vinieron también sus hermanos y se postraron delante
de él, y dijeron: Henos aquí por siervos tuyos.
19 Y les respondió José: No temáis; ¿acaso estoy yo en
lugar de Dios?
20 Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo
encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho
pueblo.
21 Ahora, pues, no tengáis miedo; yo os sustentaré a
vosotros y a vuestros hijos. Así los consoló, y les habló al corazón.
En el evangelio según San
Lucas, en capítulo 15, encontramos la parábola del hijo prodigo, la cual dijo Jesús para darnos un ejemplo del perdón
de nuestro Padre Celestial hacia nosotros como hijos. Cuando el hijo prodigo se
arrepiente del mal que hizo, dice” 17 Y volviendo en sí,
dijo ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo
aquí perezco de hambre!
18 Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he
pecado contra el cielo y contra ti.
19 Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a
uno de tus jornaleros.
20 Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba
lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre
su cuello, y le besó.
21 Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y
contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo.
22 Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor
vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies.
23 Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y
hagamos fiesta;
24 porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había
perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse. En el mismo evangelio de
Lucas, capítulo 33 encontramos el perdón de Jesús a sus enemigos “34 Y
Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y repartieron
entre sí sus vestidos, echando suertes. En el libro de los Hechos de los
apóstoles, en el capítulo 7, verso 60, vemos el perdón de Esteban a sus
enemigos, los cuales en ese momento le daban muerte a pedradas “59 Y
apedreaban a Esteban, mientras él invocaba y decía: Señor Jesús, recibe mi
espíritu.
60 Y puesto de rodillas, clamó a gran voz: Señor, no les
tomes en cuenta este pecado. Y habiendo dicho esto, durmió. También en la
2ª.carta que Pablo escribió a Timoteo en el capítulo 4, verso 16, hay un
ejemplo de perdón del Apóstol Pablo a los hermanos en la fe, por abandonarlo o
no estar con él en una de las ocasiones cuando lo pusieron preso “16 En
mi primera defensa ninguno estuvo a mi lado, sino que todos me desampararon; no
les sea tomado en cuenta. En efesios 4:32, y Colosenses 3:13 Pablo menciona el
perdón como consejo y como requerimiento cristiano, junto con otras cualidades
o virtudes. Efesios 4:32” 32 Antes
sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como
Dios también os perdonó a vosotros en Cristo. Colosenses 3:13 “13 soportándoos
unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra
otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros”
Estamos llamados a
perdonar, porque cuando perdonamos ayudamos a restaurar, así como Cristo lo hace con nosotros.
Pero no queremos perdonar
y aún, acostumbramos decir “Yo perdono pero no olvido”. ¡Y es que acaso el
perdón sin olvido existe? Dios en su palabra dice en Isaías 43: 18 No
os acordéis de las cosas pasadas, ni traigáis a memoria las cosas antiguas. También dice el Señor que arrojará nuestras
transgresiones a lo profundo del mar, y no se acordará más de ellas: “Volverá a
compadecerse de nosotros, hollará nuestras iniquidades. Sí, arrojarás a las
profundidades del mar todos nuestros pecados”.(Miqueas 7:19) “Y no tendrán que
enseñar más cada uno a su prójimo y cada cual a su hermano, diciendo: ``Conoce
al SEÑOR, porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más
grande--declara el SEÑOR-- pues perdonaré su maldad, y no recordaré más su
pecado”. (Jeremías 31:34) y en Hebreos
8:12 “PUES TENDRÉ MISERICORDIA DE SUS INIQUIDADES, Y NUNCA MAS ME ACORDARE DE
SUS PECADOS”.
El problema es que
nosotros decimos: “Yo perdono, pero no olvido”. Hay personas que todavía
recuerdan y le echan a la otra en cara, cosas que les hicieron hace 50 años. Yo
conozco a alguien que aún le guarda rencor a su hermana, ¡porque cuando tenía
14 años, hizo unas tajadas y no le dio!
¡Bendito sea el Señor, si
ya tiene casi 70”…
Perdonar así como el Señor
nos perdona a nosotros, que no se acuerda más de tooooodas las ofensas que le
hacemos día tras día. Cuando oramos el
Padre Nuestro, decimos...“y perdona nuestras ofensas, así como nosotros
perdonamos a los que nos ofenden”… ¿Estamos haciendo eso?
Voy a compartir unas citas
Bíblicas, para que las leas, no sin antes pedirle a Dios que te de la dirección
y la guía de su Santo Espíritu: Mateo 18:15 al 17, Mateo 18:23 al 35 y Mateo
18:21 al 22:
15 Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano.
15 Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano.
16 Más si no te oyere, toma aún contigo a
uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra.
17 Si no los oyere a ellos, dilo a la
iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano.
23 Por lo cual el reino de los cielos es
semejante a un rey que quiso hacer cuentas con sus siervos.
24 Y comenzando a hacer cuentas, le fue
presentado uno que le debía diez mil talentos.
25 A éste, como no pudo pagar, ordenó su
señor venderle, y a su mujer e hijos, y todo lo que tenía, para que se le
pagase la deuda.
26 Entonces aquel siervo, postrado, le
suplicaba, diciendo: Señor, ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo.
27 El señor de aquel siervo, movido a
misericordia, le soltó y le perdonó la deuda.
28 Pero saliendo aquel siervo, halló a uno
de sus consiervos, que le debía cien denarios; y asiendo de él, le ahogaba,
diciendo: Págame lo que me debes.
29 Entonces su consiervo, postrándose a
sus pies, le rogaba diciendo: Ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo.
30 Más él no quiso, sino fue y le echó en
la cárcel, hasta que pagase la deuda.
31 Viendo sus consiervos lo que pasaba, se
entristecieron mucho, y fueron y refirieron a su señor todo lo que había
pasado.
32 Entonces, llamándole su señor, le dijo:
Siervo malvado, toda aquella deuda te perdoné, porque me rogaste.
33 ¿No debías tú también tener
misericordia de tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti?
34 Entonces su señor, enojado, le entregó
a los verdugos, hasta que pagase todo lo que le debía.
35 Así también mi Padre celestial hará con
vosotros si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas.
21 Entonces se le acercó Pedro y le dijo:
Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete?
22 Jesús le dijo: No te digo hasta siete,
sino aun hasta setenta veces siete.
Los dos deudores
Si no perdonamos, Dios no
nos perdona, y si no cedemos ante la solicitud del perdón, ni con la
insistencia de la iglesia, seremos como cualquier impío o pecador o inconverso.
Pero, como el tema que nos
atañe hoy, es la restauración, la cual sigue al perdón, hablemos de ella
(restauración)
En el libro de Jeremías,
Dios habla al profeta sobre restauración, poniendo como ejemplo el trabajo del
alfarero:
18:1 Palabra de Jehová que vino a Jeremías, diciendo:
2 Levántate y vete a casa del alfarero, y allí te haré
oír mis palabras.
3 Y descendí a casa del alfarero, y he aquí que él
trabajaba sobre la rueda.
4 Y la vasija de barro que él hacía se echó a perder en su
mano; y volvió y la hizo otra vasija, según le pareció mejor hacerla.
5 Entonces vino a mí palabra de Jehová, diciendo:
6 ¿No podré yo hacer de vosotros como este alfarero, oh
casa de Israel? dice Jehová. He aquí que como el barro en la mano del alfarero,
así sois vosotros en mi mano, oh casa de Israel.
Si nuestra vida se
accidenta, se daña o como solemos decir “Nos echamos a perder” si no hacemos lo
correcto, si nos tropezamos, caemos y quedamos en añicos, Dios puede
restaurarnos, componernos, arreglarnos; así como el alfarero a su vasija, como
tú a tú jarrón. Y así como Dios puede restaurarnos a nosotros, nosotros también
podemos ayudar a restaurar a otras
personas, a muchas almas incluso, si tenemos la vida de Dios en nosotros.
Pero entonces… ¿A quién o
a quienes, Cuándo, Cómo, Dónde, Por qué, Para qué, Debemos restaurar? Seis preguntas que nos debemos hacer, si queremos
comenzar una obra de restauración.
1-¿Qué o a quienes debemos restaurar? A mí mismo en
primer lugar. Luego: Nuestra familia, Esposo, hijos, hermanos, padres, primos,
tíos, etc. (Resentimientos, incomprensión, malos entendidos, infidelidad).
Nuestros amigos (Deudas,
malos entendidos, mentiras, omisiones, resentimientos)
Nuestros hermanos en
Cristo (Celos, malos entendidos, murmuración, resentimientos)
Nuestros enemigos
(Envidias, calumnias, etc)
Todas las demás personas:
jefes, compañeros, vecinos, etc. Jesús no hizo acepción de personas, Él sanó,
perdonó, restauró a todo el que lo buscó, e incluso Él también buscó a otros
para restaurar sus vidas. El caso de la mujer samaritana, por ejemplo. Dice la
Biblia, en Juan 4 que “Le era necesario pasar por Samaria”, lo que Jesús
necesitaba, era pasar por el poso de Jacob, donde ella solía sacar el agua,
para hablarle y rescatar esa alma que estaba perdida. Y llegó a la hora del
medio día, le habló y ella le siguió. No importa la hora, no importa el lugar. Nicodemo
era maestro de la ley, Mateo (Leví) era cobrador de impuestos, Zaqueo era
publicano y rico, el siervo del Centurión romano, todas éstas personas
distintas, de clases sociales distintas, con problemas distintos, a todas las
sanó, escuchó, restauró; no rechazó a nadie. Él no hace acepción de personas.
2-¿Cuándo debemos comenzar la labor de restauración? Inmediatamente después del perdón.
Siempre que sea necesario.
(Romanos 10:21)
Siempre que alguien lo
pida (Jueces 2. Siempre que el pueblo clamaba, el Señor lo escuchaba)
Siempre que el Señor nos
dé la oportunidad de restaurar una vida.
3-¿Cómo se debe hacer la tarea de restauración? Con bondad, humildad, amor, compasión, paciencia y
dedicación. Aplicando el fruto del Espíritu y las enseñanzas de Cristo.
Juan 13:36, Juan 18:25,
Marcos 16:7, Juan 21:15 al 15 Éstas citas bíblicas, están relacionadas y
juntas, dejan ver claramente, el proceso
que vivió Pedro desde que negó a Jesús, hasta que lo restauró. El verso de
Marcos, muestra el interés específico que tenía Jesús en que Pedro estuviera
presente cuando Él se presentara.” 7 Pero
id, decid a sus discípulos, y a Pedro, que él va delante de vosotros a
Galilea; allí le veréis, como os dijo. Pero antes cuando le pregunta a
dónde va, a Jesús, sabiendo Jesús que iba a morir, le responde a donde yo voy
ahora no me puedes seguir, pero me seguirás después”. Juan 13: 36 Le dijo Simón Pedro: Señor, ¿a dónde vas? Jesús le
respondió: A donde yo voy, no me puedes seguir ahora; más me seguirás después.
Luego en Juan 21: 15 al 19, le hace el llamado para que apaciente y pastoree
sus ovejas y corderos y, al final le
dice “sígueme”, para que se cumpliera la palabra que le había dicho antes “me
seguirás después”. Con ése llamado a servirle, Jesucristo culminó el proceso de restauración de Pedro. Pedro
estaba destrozado por haber negado a Jesús. La Biblia dice que Pedro “Lloró
amargamente” después de esa negación.
En su carta a Filemón, el
apóstol Pablo, (éste si era un Apóstol), le escribe:
9 más bien te ruego por
amor, siendo como soy, Pablo ya anciano, y ahora, además, prisionero de
Jesucristo;
10 te ruego por mi hijo Onésimo, a quien engendré en
mis prisiones,
11 el cual en otro tiempo te fue inútil, pero ahora a ti
y a mí nos es útil,
12 el cual vuelvo a enviarte; tú, pues, recíbele como a
mí mismo.
13 Yo quisiera retenerle conmigo, para que en lugar tuyo
me sirviese en mis prisiones por el evangelio;
14 pero nada quise hacer sin tu consentimiento, para que
tu favor no fuese como de necesidad, sino voluntario.
15 Porque quizá para esto se apartó de ti por algún
tiempo, para que le recibieses para siempre;
16 no ya como esclavo, sino como más que esclavo, como
hermano amado, mayormente para mí, pero cuánto más para ti, tanto en la carne
como en el Señor.
17 Así que, si me tienes por compañero, recíbele como a
mí mismo.
18 Y si en algo te dañó, o te debe, ponlo a mi cuenta.
19 Yo Pablo lo escribo de mi mano, yo lo pagaré; por no
decirte que aun tú mismo te me debes también.
20 Sí, hermano, tenga yo algún provecho de ti en el
Señor; conforta mi corazón en el Señor.
21 Te he escrito confiando en tu obediencia, sabiendo que
harás aún más de lo que te digo.
En el verso 20, Pablo le
pide a Filemón un favor casi que “por amor a Dios” para con Onésimo, pero en
los versos 18 y 19, incluso le dice que si Onésimo le ha perjudicado en algo, o
aún le debe algo, se lo anote a su cuenta y él se lo pagaría. Filemón le debía
muchos favores a Pablo, tanto que le dice “Tu mismo te me debes”. El apóstol
Pablo le pide éste favor a Filemón porque sabía que era una persona servicial y
obediente y sabía que no se negaría, sino, por el contrario haría más de lo
que le estaba pidiendo.
Todos, todos, merecemos
una segunda, una tercera una cuarta oportunidad, un voto de confianza, para
volver a empezar, sin reproches, sin recordar el error. Como lo hace el Señor.
Setenta veces siete.
Los versos 18 y 19, Nos recuerdan lo que hizo
Cristo por nosotros, el pagó nuestra cuenta, nos debemos a Él.
18 “Y si en algo te dañó, o te debe, ponlo
a mi cuenta.
19 Yo Pablo lo escribo de mi mano, yo lo
pagaré; por no decirte que aun tú mismo te me debes también”
Onésimo, era un esclavo
prófugo, al que Pablo había ganado para Cristo, el cual había servido a Filemón
por algún tiempo. La estrategia que usó el apóstol Pablo para restaurar a
Onésimo, fue enviarlo de vuelta a Filemón, pero ya no como esclavo, sino como
hermano en la fe. Pablo se cerciora de que Filemón le obedezca ejerciendo
presión, anunciando una futura visita, como quien dice “Espero encontrarlo
allá”
4-¿Dónde se debe hacer la tarea de restauración? En todas partes, en cualquier momento, a cualquier hora.
Donde el Señor nos dé la oportunidad. Él dice en su palabra en 2ª.Timoteo
capítulo 4: 2:
Predica la palabra; insiste a tiempo y fuera de tiempo;
redarguye, reprende, exhorta con mucha paciencia e instrucción. “A tiempo y
fuera de tiempo” para todo lo que dice el Señor por medio de Pablo, y también
por supuesto para alentar y restaurar. Nuestro Señor Jesucristo. En juan
capítulo 8 del verso 3 al 11, encontramos el pasaje de la mujer adúltera y, de
la manera que el Señor Jesús perdona sus pecados al decirle “Ni yo tampoco te
acuso” y con solo una frase le da una esperanza o le abre las puertas a su restauración,
es decir al comienzo de una nueva vida, cuando le dice “Vete y no peques más”,
porque después de la restauración, hay un nuevo comienzo. Un antes de y un
después de. En Lucas 13:10 al 17, encontramos cuando Jesús sana en día sábado,
a una mujer que estaba enferma por culpa de un demonio y llevaba 18 años
encorvada. No se podía hacer nada en Sábado, la ley de Moisés lo prohibía, pero
Jesús, consideró más importante el amor al prójimo y hacer que aquella mujer
dejara de padecer, que la misma ley. No importa el día, ni la hora ni el lugar.
Lo importante es hacer la obra del Señor Jesucristo, la cual es la misma que su
Padre le encomendó a Él. En Juan 5:1 al 18 encontramos el milagro cuando Jesús
también en día de reposo, es decir en día Sábado, sana al paralítico de Betesda.
Pero también, cuando Nicodemo viene a Jesús una noche (Juan 3:2 al 15), no le rechaza, ni le dice que está
cansado, que el día fue pesado; era de noche. Quizá Nicodemo escogió la noche
para que nadie lo viera juntarse con Jesús porque era maestro de la ley. Pero a
pesar de conocer toda la ley, ese conocimiento no le servía de nada, porque no
había nacido de nuevo, es decir, del espíritu. Jesús aprovechó el hecho de que
Nicodemo le buscara, para enseñarle como podía alcanzar la salvación y la vida
eterna, sin importarle la hora. No
importa la hora, el día ni el lugar.
5-¿Por qué debemos restaurar? Porque Él nos dio ejemplo, nos enseñó y nos lo manda.
Recordemos que el único mandamiento de Cristo, es el amor. En Lucas 4: 18 al
19, encontramos descrito lo que Él vino a hacer, su obra redentora, 18,” El
Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas
a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar
libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; A poner en libertad a los
oprimidos; 19:A predicar el año agradable del Señor”
¿Qué es esto sino redención y restauración? Buenas noticias a los pobres, sanar corazones quebrantados (rotos), predicarle a los cautivos (en el pecado) que pueden ser libres, a quitar la ceguera no solo física, sino espiritual, y a quitar las cargas de opresión. A enseñarles que viviendo en el Señor, la vida, éste tiempo que vivimos aquí (su año), puede ser agradable, si lo vivimos en Él.
¿Qué es esto sino redención y restauración? Buenas noticias a los pobres, sanar corazones quebrantados (rotos), predicarle a los cautivos (en el pecado) que pueden ser libres, a quitar la ceguera no solo física, sino espiritual, y a quitar las cargas de opresión. A enseñarles que viviendo en el Señor, la vida, éste tiempo que vivimos aquí (su año), puede ser agradable, si lo vivimos en Él.
6-¿Para qué debemos restaurar? Para cumplir la obra que él nos encomendó, por
obediencia, para levantar al caído, dar aliento al cansado, sanar heridas, y
como dijo Jehová por medio del profeta Isaías 58:“12 Y los tuyos
edificarán las ruinas antiguas; los cimientos de generación y generación
levantarás, y serás llamado reparador de portillos, restaurador de calzadas
para habitar”. Nosotros estamos llamados a ser esos reparadores de portillos y
restauradores espirituales para salvar muchas almas y rescatarlas de las garras
del enemigo. Un corazón destrozado, dolido, es presa fácil de Satanás, pero
también es el mejor momento para hablarle del amor de Cristo, quien con su
gracia, su poder y su bondad, puede transformar
nuestra vida entera.
Toda persona que sienta
opresión, rencor, resentimientos, todo el que esté cansado, cargado con
problemas, aflicción, recuerdos tristes o dolorosos; todos los han sido
rechazados, deben y necesitan ser restaurados por nuestro Señor Jesucristo,
para que luego ellos también sean útiles en su obra restauradora. Como hizo
Filemón con Onésimo por pedido de Pablo, como el alfarero con su vasija, como
tú, con tu jarrón.
Que Dios les continúe
bendiciendo.
Calepafo55@hotmail.com
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