LA MUERTE COMO SECRETO DE DIOS Y SU
DESTRUCCIÓN
(LA
MUERTE DE LA MUERTE)
A raíz de la partida de mi
hermana Cielo (yo le decía: mi Cheli) comencé a preguntarle a mi Señor
Jesucristo, porqué a pesar de tantos ruegos, oraciones, clamores, ayunos, promesas,
y además de reclamar para ella todas las promesas que Él tiene en su palabra
para personas como ella; finalmente
decide que Cheli debe irse. ¿Por qué no cumplió su promesa de “Honra a
tu padre y a tu madre para que tus días sean largos sobre la tierra”…? Si ella
cumplió ese mandamiento como pocos hijos lo hacen ¿Por qué no cumplió su promesa de ser misericordioso
con el misericordioso? si ella fue misericordiosa, y bendijo aún a personas que
no conocía, ¿Por qué si con tanta fe
clamamos y creímos que la podía
levantar, no lo hizo, si Él dice que si
creemos veremos su gloria, que si creemos y tenemos fe del tamaño de un grano
de mostaza, podremos mover montañas? Que para Él no hay nada imposible ¿Por qué si ella creía que la enfermedad era
un Goliat y ella era David que podía
vencerla en el nombre de Jehová de los ejércitos, por qué, por qué, no la sanó?
¿Por qué no le dio un tiempo de refrigerio como tantas veces se lo pedí; para
que ella viniera a su país y así cumplir con sus tres últimos propósitos aquí?
O por qué no le regaló quince años más como a Ezequías? ¿Por qué no alumbró sus ojos para que no
durmiera de muerte, como tantas veces lo pedí
leyendo el Salmo 13? Y aún hay
más: ¿por qué una mujer líder del grupo de oración de su iglesia, no
tuvo la respuesta a su clamor? ¿Cómo podemos entender y aceptar la muerte de un
ser al que amamos entrañablemente?
Buscando respuestas
a todos esos interrogantes,
buscando respuestas que pudieran
hacerme entender los propósitos
de Dios y además traer consuelo a mi
vida pero sobre todo, afirmar mi fe
en nuestro Señor Jesucristo; recordé
un texto en Deuteronomio 29: 29 “Las cosas secretas pertenecen a Jehová
nuestro Dios; mas las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para
siempre, para que cumplamos todas las palabras de esta ley”
Cuando recordé éste versículo, busqué la biblia y
comencé a repetirlo una y otra vez, “Las cosas secretas pertenecen a Dios” Dios
tiene secretos, misterios, que solo Él conoce, que sólo a El corresponde
conocer. Cosas secretas que nuestra mente no está capacitada para comprender o
entender. En Isaías 55 versículos 8 y 9
el Señor dice que sus pensamientos no son nuestros pensamientos y nuestros
caminos no son sus caminos, sus pensamientos son mucho más altos que nuestros
pensamientos y sus caminos mucho más altos que nuestros caminos. ¿Cómo pues, podremos entender sus pensamientos, los cuales no nos ha
querido revelar?
Muchas veces preguntamos
alguna cosa a alguien, por ejemplo: ¿Vas al paseo? Y la persona responde: “Si Dios quiere” ¿Cómo
podemos saber qué es lo que Dios quiere? Hay cosas que Dios no quiere que
hagamos, y sin embargo las hacemos. Pero hay cosas que Dios hace porque quiere,
que nosotros no queremos; pero que de todas formas Él las hace porque es Dios y sabe porque y para que lo hace. Él
es un Dios de propósitos y además es
omnisciente. Es decir, tiene planes, basados en ese futuro que nosotros no
conocemos, pero Él sí.
En realidad, hay muchas cosas
que no sabemos acerca de lo que Dios
quiere. Cuando Moisés dice: “Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios, más las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para
siempre, para que cumplamos todas las palabras de ésta ley”, está hablando de
dos clases de cosas: Cosas secretas y cosas reveladas. Las cosas secretas, son cosas que Dios ha
decidido no revelarnos, como ya dijimos,
misterios, planes y propósitos que Él
guarda en su mente. Frente a éstas cosas tenemos que quedarnos callados y
reconocer que es Dios por sobre todas las cosas. Cabe decir que muchas personas, se meten en
problemas por querer saber secretos que son de Dios. Por ejemplo: leen el horóscopo,
van donde los médiums o espiritistas para que les diga el futuro o les muestre un ser querido que murió, o se
meten a una secta religiosa extraña, donde les prometen revelaciones “paranormales o del más allá”. El problema
con eso, es que “Lo secreto pertenece a Dios” y Él ha decidido no revelárnoslo.
Dios abomina que hagamos esas cosas. Deuteronomio 18: 10 versículos 10 al 13.
Debemos tener cuidado con el
deseo de saber más de lo que se puede.
La curiosidad es un instinto que Dios ha puesto en nosotros y que nos ha
llevado a descubrir muchas cosas. Sin curiosidad no habría ciencia. Sin embargo debemos observar los límites que Dios ha
puesto sobre nuestro conocimiento para
no ir más allá. Ahora bien, si hay cosas secretas que pertenecen a Dios,
también hay cosas que Dios si ha querido revelarnos. Estas cosas (dice Moisés),
nos pertenecen a nosotros, para que las obedezcamos. ¿Cuál sería entonces la reacción correcta a
lo que Dios no ha querido revelarnos acerca de su voluntad? Respetarlo. ¿Cuál sería la reacción correcta
acerca de lo que Dios si ha querido revelarnos acerca de su voluntad? Obedecerlo. No tenemos otra alternativa.
Una de esas cosas secretas, y
que muchas veces no entendemos es precisamente la partida de un ser amado. Es
una incógnita, cuya respuesta la tiene solo Dios y como ya dije, la reacción
correcta es respetarlo. Es tan Suyo ese
derecho, que mire lo que dice en Eclesiastés 8:8 “No hay hombre que tenga
potestad sobre el espíritu para retener el espíritu, ni potestad sobre el día
de la muerte; y no valen armas en tal
guerra. Ni la impiedad librará al que la posee”. El único que tiene potestad
para aplazar la muerte de alguien es Él. Él único que conoce el día de nuestra muerte es Él. Él único que tiene
poder para levantar a alguien es Él. Y
nadie, por muy impío o malo que sea podrá librarse de la muerte por sí mismo.
Su maldad no le servirá de nada para defenderse de la muerte, cuando le llegue
el día porque no hay armas que valgan en esa guerra. Nosotros no tenemos poder
para retener el espíritu dentro de nuestro cuerpo, porque no nos hicimos
nosotros mismos como dice David en el Salmo 100: versículo 3. El Señor nos
hizo. Fue Él quien infundió aliento de vida en nosotros. Por lo tanto Él es el
único que puede retener el espíritu en
nosotros.
Sabemos que hay una guerra
permanente entre la vida y la muerte, y solo le corresponde a Dios librarla.
Por ahora, el enemigo muerte, está prevaleciendo; pero va a llegar un día, en
que ya no será más. Recordemos lo que
dice el apóstol Pablo en 1° Corintios 15: 55 “Donde está oh muerte tu aguijón,
dónde oh sepulcro tu victoria”. El Señor
ha prometido vencer a todos sus
enemigos. En 1° de Corintios 15: 25 y 26 dice: “Porque preciso es que Él reine
hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies. Y el postrer (último) enemigo que será
destruido es la muerte”. En Isaías 25:8 dice “Destruirá a la muerte para
siempre, y enjugará Jehová el Señor toda lagrima de todos los rostros; y quitará
la afrenta de su pueblo de toda la tierra; porque Jehová lo ha dicho” En el
libro del profeta Oseas el Señor dice de manera convincente “De la mano del Seol los redimiré, los
libraré de la muerte. Oh muerte, yo seré tu muerte, y seré tu destrucción oh
seol. La compasión será escondida de mi vista”
El Señor destruirá a la muerte para siempre. La muerte es un enemigo
espiritualmente visible para él. Un enemigo que entró al mundo por el pecado
del hombre. Fue el mismo hombre quien le dio potestad a la muerte para que lo
destruyera. Dios, nuestro Padre,
cuando formó al hombre, lo hizo a “Su
imagen y semejanza” es decir lo hizo con la intención de que se pareciera a Él,
que fuera semejante a Él. Lo hizo con el
propósito de que viviera eternamente en el Edén. Pero el hombre hizo que Dios
cambiara sus planes. Eclesiastés 3: 11 dice
que Dios ha puesto eternidad en el corazón del hombre, pero éste no alcanza a
entender las obras que Dios ha hecho desde el principio del mundo, hasta que
llegue el fin. Dios ha puesto sentimientos de eternidad en nuestros corazones,
porque nos hizo a su semejanza; por eso es que no sentimos deseos de morir,
sino de vivir por siempre, pero nuestra
mente humana no alcanza a entender todo
lo que Dios ha hecho, porque realmente es demasiado para nuestro entender. No
alcanzamos a entender la grandeza de Dios, lo hemos limitado, y resulta que Dios
no tiene límites.
Dios cambió sus planes de una
vida física y eterna para nosotros por causa de la muerte que entró por el
pecado, por una vida espiritual eterna,
en su presencia, cuando haya destruido a la muerte. Apocalipsis 21:4 dice
“Enjugará Dios toda lagrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni
habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron” Esa gran promesa, de que la muerte ya no será
más, y la esperanza de la resurrección a
una vida eterna con Cristo, nos dan fortaleza para soportar el dolor y todas
las situaciones adversas que se presenten.
Pero tenemos que comenzar ahora a
caminar por ese camino que lleva a esa vida eterna, el cual es Cristo.
Apocalipsis 14:13 dice “Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor. Si, dice
el Espíritu, descansarán de sus trabajos, porque sus obras con ellos
siguen” Cuando alguien muere en el
Señor, descansa de todos sus dolores y trabajos, ¿pero por qué sus obras siguen con él? Porque en el Señor hay vida eterna. La
Palabra de Dios dice que Dios no es Dios de muertos sino de vivos. Así que la
muerte es solo el paso que hay que dar para llegar a la vida eterna; así que
después de creer, las obras son las que nos
justifican o nos condenan. La
Palabra de Dios dice en el evangelio según San Juan en el capítulo 5:28-29 “No
os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los
sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; más los que hicieron
lo malo, a resurrección de condenación”.
Si en Cristo tenemos vida eterna, si las obras con los que mueren en el Señor
siguen con ellos, si Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, si el Señor
Jesús prometió que estaríamos donde Él esté, es lógico pensar, que la muerte es
solo el viaje que nos lleva a su presencia.
En Apocalipsis 1: 18 El Señor
Jesús dice que Él tiene las llaves de la muerte y del Hades, pero también dice y promete que el que cree en Él tiene
vida eterna. No dice que tendrá vida eterna; dice “Tiene vida eterna”. Porque
cuando le creemos y le recibimos,
inmediatamente tenemos vida eterna, pero el que no cree, ya ha sido condenado”.
Nuestros temores, nuestras preocupaciones y hasta nuestra
tristeza por la partida de un ser amado,
deben ser reemplazados por la paz que produce la esperanza fundamentada en las
promesas maravillosas, de una corona, un nombre nuevo, un vestido de lino
finísimo, una boda espectacular, una ciudad cuyas calles son de oro (aunque a
muchos les parezca una utopía) y tantas otras
escritas en su palabra que es verdad. Cuando alguien muere en el Señor,
si descansa en paz. Jesucristo nuestro Señor no miente.
Si lees esta reflexión, y aún
no has aceptado a Jesús como tu
Salvador; es el momento de hacerlo. Solo si le aceptas tienes vida
eterna. Solo si le aceptas podrás descansar en paz. Solo si le aceptas, tus seres queridos cuando
mueras, descansarán en las promesas de
Dios para los que mueren en Él. Gracias
le doy a Dios, por la vida ejemplar de
mi hermana Cielo, porque como dijo el que fuera su pastor, Samuel Cruz: “Ella
le hacía honor a su nombre, porque era un pedazo del cielo en la tierra”. Para
amarla, solo había que conocerla. Estoy segura, que Jesucristo ya puso sobre su cabeza, la corona que prometió para
todo aquel que le sea fiel hasta la muerte: Apocalipsis 2:10 y 3:11.
Que Dios les bendiga.
Calepafo55@hotmail
No hay comentarios:
Publicar un comentario